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EL ESQUILE

El domingo, a primera hora, iniciamos el esquile de las ovejas y carneros, nos comento el ganadero mientras tomábamos una cerveza en el bar.

El rebaño cuenta con  alrededor de  800 cabezas de la raza churra castellana. Una de las razas de ganado ovino más extendida por la comunidad castellano-leonesa. El esquilar las ovejas una vez al año resulta fundamental para estos animales y, como todos los años, las fechas más adecuadas son para finales de mayo o principios de junio. De esta forma aguantan mejor los calores del verano y cuando llegan los fríos de inviernos la lana ya las protege  nuevamente al tiempo que las abriga frente a los rigores invernales.

El tiempo no era el mejor, llovía todos los días a base de fuertes tormentas con abundante agua y algo de pedrisco por lo que el ganadero decidió recoger a todo el rebaño y que estuviese cerrado en las naves desde el día anterior. Con ello evitábamos el que la lana de las  ovejas cogiese mucha agua.

El  despertador sonó muy temprano esa mañana, a las seis de la mañana ya nos recordaba que era un día importante, tanto por el trabajo a realizar como por lo festivo de la jornada. El trabajo resulta notable y  la jornada es una fiesta para la familia y amigos.

Cuando llegué a la nave, el ganadero, que  había madrugado más,  ya acompañaba al equipo de esquiladores que estaban montando todos los instrumentos en la zona preparada para esquilar. La fotografía visual que había resultaba muy similar a la de un día de fiesta, un grupo de jóvenes extremeños de Cabeza de Buey, en la provincia de Badajoz, se movían como pez en el agua entre columnas, cables, plataformas, muelles extensibles y maquinas con sus cuchillas bien afiladas y engrasadas. No se distanciaba mucho del grupo de jóvenes músicos que actúa en la verbena de las fiestas y que previamente necesitan preparar y afinar sus instrumentos.

Los cuatro esquiladores se colocan sobre las plataformas para trabajar más cómodos y se “cuelgan”  a la altura del pecho de una especie de faja flexible  que les facilita el trabajo, la movilidad y el manejo de las ovejas.  Los pies los cubren con unas “botas especiales” de lana que se adhieren mejor a la plataforma de madera.

El  conjunto lo completa un quinto miembro, es el arrimador. Un joven provisto de una especie de gancho metálico irá arrimando las ovejas a cada esquilador y se las entregará en una adecuada postura facilitando con ello el trabajo.

Por sus manos pasarán las 800 ovejas en poco más de 6 horas de intenso trabajo y con la música sonando desde el equipo de música que también llevan en la furgoneta. El circuito de “actuaciones “ lo iniciaron  hace ya más de tres meses en Extremadura, desde allí se trasladaron a Francia y en estos días acaban sus trabajos en nuestra provincia. Las próximas fechas estarán por Aragón antes de volver a sus tierras extremeñas.

Desde las naves principales el ganadero va ordenando las ovejas  llevándolas a un pasillo por el que transitan  de una en una evitando con ello las “aglomeraciones en la peluquería”.

Al igual que ocurre con otros animales, no todas las ovejas son iguales en su comportamiento, las hay que se muestran nerviosas ante el trance por el que han de pasar, otras se muestran sumisas y dando a entender “aquí estoy, a ver lo que hacéis conmigo” y otras no dejan de moverse mientras las rasuran. Si están preñadas o gordas se esquilan mejor; las muy  delgadas, a las que les quedan “cuatro telediarios” como decía uno de ellos, resultan más complicadas.

Algo parecido ocurre con la lana de cada una de ellas, unas dan una lana muy tupida y compacta, la lana de otras resulta más suelta y de menor peso, otras lanas son más esponjosas y cortas. Y también está la lana de las “negritas” que exteriormente suele ser marrón obscuro y por dentro tiene una tonalidad morada obscura.

Los vellones de lana que van saliendo de cada oveja se recogen en sacas grandes, cuando casi están llenas otra persona se dedica a apisonar la lana aumentando con ello la capacidad. Alrededor de los 1.500 kilogramos de lana salieron de este rebaño.

Una vez esquilado todo el rebaño, el pastor las sacó al campo, el día no era muy caluroso y se escapaba alguna gota, agua que les vendrá muy bien a las ovejas  para lavar y limpiar su cuerpo de larvas, insectos  u otros molestos habitantes de sus cuerpos.